ROSARIO VERA PEÑALOZA, MAESTRA MÁS ALLÁ DE LAS PIZARRAS

Dibujando el legado de la Maestra de la Patria

En Rosarito y sus pizarras mágicas, Rosario Vera Peñaloza es imaginada en su infancia, jugando a enseñar desde su filosofía: la razón no se separa del arte y la creatividad integra lo corporal, lo intelectual, lo expresivo y lo afectivo. Ese legado de la pedagoga riojana se plasma en la propuesta que Pakapaka construye para las infancias.


Publicado: 02.07.23

Por: Rosana Ponce

Categoría: Escenas


Rosarito es una niña de aproximadamente 9 años que vive con su tía en un pequeño pueblo rural. Allí comparte aventuras y juegos con Efraín, un niño quizás un par de años menor que ella, y un oso hormiguero llamado Buenosdías. Al final del episodio aparece nuevamente Rosario adulta. No hay duda, es la maestra Peñaloza en su etapa de madurez; la imagen animada la retrata con fidelidad a ciertas fotografías y pinturas bastante difundidas: atuendo de época (las décadas de 1930 y 1940), lentes redondeados, cabellera gris y un rodete como peinado. En la animación, Rosario despliega una sonrisa tierna mientras abre aquel cuaderno de dibujos y preguntas de la niña Rosarito, un efecto narrativo que permite vislumbrar que el juego, la curiosidad y la exploración constituyen una experiencia durante la infancia que deja huella significativa, única y original en nuestra vida adulta.
Sin pretensiones biográficas con rigor de veracidad, Rosarito y sus pizarras mágicas sugiere un juego de intertextualidades entre la niña Rosarito y la educadora riojana, permitiendo indagar en la vida de la Maestra de la Patria y reconstruir su legado.
En la estética y el guión hallamos rasgos particulares, elementos de la vida cotidiana y experiencias de niñeces que habitan el noroeste argentino. La magia de la serie es la simpleza, la cercanía con la mirada y la curiosidad propia de las niñas y niños que transforman lo ordinario en extraordinario. Si bien esas escenas y situaciones pueden verse como universales, redundan en la vida cotidiana de un contexto en particular, que nos introduce en un orden cultural y social específico con su riqueza autóctona. La musicalización de la serie y el fondo/paisaje revelan territorio, cultura y folklore. Rosarito y sus amigos nos traen paisajes de La Rioja, su fauna, su flora y las voces con sus tonadas y marcaciones singulares del habla infantil, mientras el personaje de la tía se nos presenta a través de una voz en off.

Las concepciones de infancias que subyacen en las propuestas pedagógicas de Rosario y en la serie muestran contigüidad en la alta estimación de la capacidad creativa, crítica y sensible de la niñez

Los mundos de Vera Peñaloza 

Nacida el 25 de diciembre de 1873, la infancia de Vera Peñaloza transcurrió en el pueblo de Atiles de la provincia de La Rioja, situado en el Valle de Malanzan. De pequeña quedó huérfana y fue criada por su tía Jesusa Peñaloza de Ocampo, la maestra del pueblo. Desde entonces, la vida de Rosario estuvo signada por la escuela y su entorno sociocultural. Podemos imaginarnos a la niña jugando a enseñar u oficiando de ayudante de su tía, viviendo la escuela como una extensión de su propio hogar.

Su formación y sus primeras actuaciones como docente acontecieron durante la etapa de conformación y organización del sistema educativo nacional a finales del siglo XIX. En aquellos años fundacionales se crearon las primeras Escuelas Normales, con lo cual surgía para las mujeres la posibilidad de estudiar y trabajar. En el marco de la expansión de la educación pública, el rol de la mujer en la docencia fue capturado entre nociones de amor/entrega y vocación; se describía a la docencia en términos de “misión”, “credo pedagógico”, “apostolado”, “maestra como segunda madre”, etc. La educación pública se posiciona en los discursos como asunto principal para el Estado Nacional orientado a la formación de ciudadanía, el mejoramiento económico, social y cultural de las generaciones venideras. 

De esta manera el rol docente se articulaba con la consolidación de un proyecto de país en el que la escuela era la institución encargada de aportar a la integración y el fortalecimiento de la identidad nacional. Vera Peñaloza tuvo una larga y prolífica trayectoria educativa, coronada con homenajes que la proclamaron como “Maestra de la patria”. En sus escritos y en sus prácticas como docente ha demostrado un fuerte apego a la idea de escuela como lugar de fortalecimiento identitario de la argentinidad.

A lo largo de su trayectoria docente ha demostrado su preocupación por la educación pública, entendiendo a la escuela en su historicidad y contemporaneidad para construir una reforma educativa acorde con los tiempos y las necesidades de una sociedad dinámica. De esta manera se preocupó por los métodos de enseñanza y se embarcó en una búsqueda incesante de nuevas ideas para el mejoramiento de la labor cotidiana del aula. La cuestión didáctica ocupaba un lugar central y confiaba en las potencialidades creativas de la docencia. Proponía la experimentación y el análisis de metodologías variadas y acordes con las posibilidades y necesidades del entorno, comprendiendo la coexistencia de diversas realidades educativas. Según la maestra, la tarea docente comienza en la planificación, que implica la anticipación y elaboración del material didáctico, contemplando las diversas variables que confluyen y contribuyen a favorecer las condiciones para el aprendizaje de los alumnos.

Si bien la vida cotidiana de las niñeces que habitan el noroeste argentino que se muestra puede verse como universal, nos introduce en un orden cultural y social específico con su riqueza autóctona

Aportes a la pedagogía 

Vera Peñaloza valoriza la experiencia y la práctica como usinas para la pedagogía. Su propuesta sostenía una concepción integral de la educación no reductible a la mera instrucción. En este sentido, los jardines de infantes fueron una fuente de inspiración para ella, porque su propuesta pedagógica contemplaba el juego como eje vertebrador de la actividad del niño. En consonancia con estos enfoques, Peñaloza pensaba la formación docente desde una perspectiva integral, abarcando lo intelectual, los lenguajes artísticos y la promoción de la creatividad a través de ellos, junto al desarrollo de la capacidad de observación de los procesos de aprendizajes de los estudiantes para elaborar propuestas didácticas adecuadas.

La búsqueda pedagógica de la maestra riojana comenzaba en el aula, pero se extendía hacia otras dimensiones pedagógicas, territoriales, culturales y políticas. Vera Peñaloza concibe a la escuela en relación dinámica, histórico-cultural y territorial, por ello ha planteado la necesidad de una reforma educativa con eje en las ciencias sociales y acorde con los desarrollos técnicos científicos y artísticos. Su plan reformista para la educación argentina lo cristalizó a través del “Museo para la escuela primaria y el preescolar”, un proyecto que, de alguna manera, materializaba y traducía el ideario educativo construido a lo largo de su rica trayectoria docente. Allí supo armonizar aspectos científicos y filosóficos, aunando con solvencia aristas didácticas, científicas, culturales, estéticas y éticas. 

Los objetivos de su reforma educativa se orientaban a fortalecer e irradiar el espíritu nacional, entendiendo que los niños de cada generación tendrían que conocer y reconocer las raíces que conforman su identidad desde una perspectiva integradora, en la que conviven y se articulan las tradiciones de las culturas indígenas, criollas y españolas.

Repensar el legado poniéndolo en práctica 

La serie animada Rosarito y sus pizarras mágicas es algo más que una buena opción de entretenimiento para las infancias. Nos induce a rescatar alguna porción de la obra educacional de llamada “Maestra de la patria”, la puesta en valor de alguna de sus ideas interpela a los docentes para pensar que la razón no se separa del arte y que lo creativo integra lo corporal, lo intelectual, lo expresivo y lo afectivo. 

Las concepciones de infancias que subyacen en las concepciones pedagógicas de Rosario, en la serie y en toda la propuesta de Pakapaka, muestran contigüidad en la alta estimación de la capacidad creativa, crítica y sensible de la niñez. A los educadores nos queda seguir repasando las anotaciones de Rosario en su pizarra pedagógica, escribir nuestras nuevas preguntas y observaciones. La tarea para hoy y para mañana: pensar en las niñeces y generar colectivamente propuestas educativas inclusivas, integrales, federales y democráticas en cada rincón de la patria. 

La búsqueda pedagógica de la maestra riojana comenzaba en el aula, pero se extendía hacia otras dimensiones pedagógicas, territoriales, culturales y políticas

Textos de referencia

PONCE, Rosana (2006): “Los debates de la educación inicial en la Argentina. Persistencias, transformaciones y resignificaciones a lo largo de la historia”. En MALAJOVICH, Ana (comp): Experiencias y reflexiones sobre la educación inicial. Una mirada latinoamericana. Siglo XXI editores, Bs. As.

PONCE, Rosana (2011) “Herencia y legado pedagógico para la Educación Inicial argentina: Rosario Vera Peñaloza”. En Biografías maestras. Colección Temas de Educación Inicial. Ministerio de Educación de la Nación. ISBN 978-950-00-0895-2; Buenos Aires.

Rosarito y sus pizarras mágicas
Pakapaka

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Esta nota fue escrita por

Rosana Elizabeth Ponce

Magíster en Pedagogías Críticas y Problemáticas Socioeducativas (UBA). Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación (UNLu), Licenciada en Educación Inicial (UNLu) y Profesora para el Nivel Inicial (UNLu). Actualmente es vicedirectora decana del Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján. Recientemente se ha desempeñado en docencia de grado y posgrado.

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