Hebe De Bonafini
Entrevista  a Hebe De Bonafini

"Cada vez que aprendés cosas nuevas, te estás transformando"


Publicado: 24.03.2022

Por: Razón Plebeya

Categoría: Entrevista


En el marco de su aniversario número 15, Canal Encuentro lanzó “Nos vemos en Encuentro”, un programa que recoge los testimonios de algunas personalidades clave para la historia de la señal. Como casi siempre sucede en televisión, de esas charlas valiosas se usaron solamente unos minutos. A 46 años del inicio de la dictadura cívico-militar que instauró el terrorismo de estado en Argentina, compartimos una versión extendida de la entrevista a Hebe de Bonafini

Empezamos


M.I

Empecemos por el principio, Hebe. ¿Cómo fue la llegada de las Madres al Ecunhi, el Espacio Cultural Nuestros Hijos que ustedes fueron construyendo en la ex-Esma?

H.DB

Yo le había dicho a Néstor era importante para nosotros estar ahí, que quería el lugar donde se había enseñado a matar, para que la vida le ganara a la muerte. Él me dijo: “Mirá, la ESMA va a ser el último espacio que se va a desocupar, madre, hay que esperar”. Y yo le dije: “Bueno, estoy dispuesta a esperar, hace tanto que espero”. Y entonces, un día, me trajeron las llaves del lugar. Y me fui sola a verlo. Y la verdad, fue horrible, horrible: se sentía el frío en las paredes. Estaba todo roto, ¡con un odio habían roto todo! Lo rompieron con odio porque sabían que ese espacio iba a ser para las Madres. Así que bueno, estuve un rato largo recorriendo, y me volví, y les dije a las Madres: “Ahora tenemos que ir todas, todas las Madres solas ¿no?” Y dijeron “No, no, vayamos cuando hay gente porque nos da impresión ir solas”. Y yo les dije: “Pero miren que no tenemos que llorar. Si tienen ganas de llorar, lloran en la casa porque si no, esto no va a ser lo que nosotros queremos que sea”.

M.I

¿Qué pasó después de esa primera recorrida exploratoria?

H.DB

Entonces, yo me puse a pensar qué podíamos hacer en ese espacio particular, porque cuando vos ves todo eso, tan destruido, tan frío, tan helado, donde la muerte está presente en cada rincón… Y yo dije: “Bueno, tengo que buscar quién va a dirigir esto, porque nosotras no podemos”. Y llamé a Teresa Parodi. Teresa me preguntó: “¿Cuándo lo querés inaugurar?” Y le dije: “Y, dentro de una semana, diez días” “¡Diez días!”, me contestó. Y la verdad es que Teresa le dio un vuelo maravilloso, increíble, insólito al espacio. Empezó a ponerle mucha pila, porque nosotras queríamos que se pusiera teatro, que se cantara, que se bailara. Bueno, que sucediera lo que es la vida en sí, todo el tiempo. Y fue muy duro, porque fuimos muy atacadas por las organizaciones. Porque nadie quería que se cantara, nadie quería que se comiera ahí.

M.I

¿Qué cosas se imaginaba Teresa para el espacio?

H.DB

Una de las primeras cosas que me dijo fue: “Hay que hacer conciertos”. Y un día consiguió que un pastor le hiciera una sala de 100 personas para conciertos. Y yo iba caminando con ella por el pasto conversando sobre lo que íbamos a hacer, y me dice: “Mirá, yo quiero hacer camarines para que la gente se cambie, para la gente que haga teatro, para los cantantes, para todos. Y precisamos esto y esto y aquello. Y ahora conseguí un pastor que…”. “Ay, no”, le digo yo, “dejame con los pastores, por favor. No me los banco”. El pastor venía atrás. “¿Cómo que no te los bancás? Viene acá atrás nuestro” (risas). “Ay, ¡no me digas eso!”, me dice el pastor. Y nos pagó la sala, que se llama Guevara, y la verdad es una hermosura. Es una sala para conciertos para 100 personas, toda de rojo, de terciopelo rojo. Y yo, pobre, le venía serruchando el piso. Esas cosas que pasan. Bueno, cuando uno hace cosas, pasan esas cosas y otras cosas más.

M.I

¿Cómo les llega el pedido de Tristán Bauer de que Canal Encuentro pudiera tener un lugar en el predio de la Ex Esma? Canal Encuentro ya funcionaba, Tristán te va a ver y…

H.DB

Claro, ellos no tenían lugar y nosotros teníamos mucho lugar. Y yo pensé “Bueno, que lo hagan acá”. Porque yo ya había aprendido en esa época, por mis hijos, que solo nadie hace nada, y que compartir es lo más hermoso que te pasa en la vida. Compartir lo poco o lo mucho que uno tiene. No necesariamente tenés que tener mucho. A veces, cuando tenés poco, y compartís, es mejor todavía.

M.I

¿Recordás el día del acto de inauguración del canal en la Ex Esma en el que estuvo presente Cristina?

H.DB

Sí, claro. Fue muy fuerte, muy fuerte. Porque encima le pudimos dar una flor que habíamos cortado… que habíamos plantado nosotros ¿no? Teníamos jardín, teníamos todo. Cristina nos dio mucha bola siempre. Nos queremos mucho. Nos respetamos muchísimo. La inauguración de Canal Encuentro en el predio fue un día muy especial. Porque todo el mundo quería ir, quería ver qué era eso. Porque es muy lindo el nombre: Encuentro. Y la verdad es que el canal hizo cosas muy buenas, muy buenas. Sigue siendo muy bueno. Será que a mí me gustan las cosas educativas. Será porque no pude estudiar. Será porque me gusta mucho la historia. Pero me encanta. Me gustan mucho los animales, la historia de los animales, me gusta mucho la historia de las plantas, de las flores, de los bosques, de un colibrí. Amo los colibríes.

Compartir es lo más hermoso que te pasa en la vida. Compartir lo poco o lo mucho que uno tiene. No necesariamente tenés que tener mucho. A veces, cuando tenés poco, y compartís, es mejor todavía.

M.I

¿Por qué creés que es importante un canal educativo?

H.DB

Porque todo tiene que ver con todo. Yo te estoy diciendo por ejemplo que me gustan los colibríes… Bueno, un día me pongo a ver qué era el colibrí y me entero que los guaraníes tienen una historia con los colibríes. Cuando vos en tu casa tenés muchos colibríes –y yo tengo muchos en mi casa– dice que es que vuelve el alma de los que se fueron. Yo creo que la educación es una herramienta de transformación. Cada vez que vos querés aprender una cosa nueva, te estás transformando.

M.I

Si tuvieras que elegir una definición para Canal Encuentro, ¿cuál usarías?

H.DB

Es como una gran escuela que no está dividida en años. Sirve para niños, para adolescentes y para viejos. Canal Encuentro para mí es un canal de educación, de formación que no tiene edades. Es para todos. Cada programa lo entendemos todos, es difícil que no se entienda. Porque si no lo entendés por la palabra, lo entendés por lo que te muestra. También hay cosas que no me gustan, pero bueno, son las menos.

M.I

Ya que hablamos de la escuela, ¿cómo te gustaría que los chicos y las chicas en las aulas hablen y piensen a las Madres?

H.DB

Los chicos saben… entienden enseguida, y saben rápido. A veces, las maestras de jardín de infantes los traen, ¡y te hacen cada pregunta los chicos!

Canal Encuentro es como una gran escuela que no está dividida en años. Sirve para niños, para adolescentes y para viejos. Canal Encuentro para mí es un canal de educación, de formación que no tiene edades. Es para todos.

M.I

Siempre tuviste conexión con los chicos y los jóvenes…

H.DB

Es que son hermosos los chicos, porque son sanos, y te preguntan lo que sienten. Yo por eso voy mateando con los jóvenes, voy donde me pidan, los entiendo, trato de entenderlos siempre, siempre les doy la razón a ellos, yo nunca le voy a dar la razón a otro. Con mis hijos también, siempre fui igual. Siempre tenían razón los chicos. Eso de que la maestra te llame y te diga “el chico se portó mal”. Primero preguntale al chico. A ver si es la maestra la que se porta mal o el nene. A veces la maestra quiere un ejército de tontitos, y cuando hay un pibe al que le gusta todo, tocar todo, que se levanta 20 veces, ya llaman al papá, a la mamá y a todos los parientes para que lo pongan en regla. Y capaz que el chico va a ser un genio y es así porque le queda chico el mundo y no le gusta que la maestra lo haga sentar.

M.I

¿De dónde surge esa conexión con los jóvenes?

H.DB

A los pibes siempre los llevaron presos. Yo me he pasado noches enteras en las comisarías, presa con ellos. Y los pibes no se olvidan de eso. Pero bueno, qué sé yo, siempre fue un poco como defender a mis hijos y a mis hijas, esa actitud mía era un poco decir: “Por qué ellos no tuvieron a nadie que saliera a defenderlos”. Pensá en la desaparición de 30 mil personas en este país, hombres y mujeres jóvenes… no salió nadie a la calle a defenderlos. Nadie, ni uno. Algún día habrá que explicar qué pasó. Si el miedo fue tan poderoso que permitieron que maten más de 30 mil pibes y pibas, y maten las tres mejores madres y nadie dijo nada.

M.I

Te escucho hablar y pienso todo el tiempo en el entramado que fuiste generando con las Madres, en los lazos, las conexiones…

H.DB

Son comunidades. Y esas comunidades las hacemos entre todas. No las hacemos porque somos mágicas. No es que yo tenga una varita para juntar cosas. Armamos las comunidades, conversamos con la gente, le explicamos qué es compartir, qué es la solidaridad, qué es lo que hay que dar. No hay que dar lo que a uno le sobra, hay que compartir lo poco que uno tiene. Sé que es una frase fácil, pero hay que metérsela acá. Porque a nosotros nos costó. Me acuerdo de que mi marido un día le compró un saco a mi hijo mayor porque se recibía. Le duró dos días. Y viene un día y me dice: “Y el saco que le regalé a Jorge, ¿dónde está?” Yo le dije: pregúntale a él. “Papá, se lo tuve que dar a un pibe al que había que sacar del país, y si vos salís así harapiento te agarran enseguida. Si estás bien empilchadito, es distinto”. Mi marido no entendió ese día, pero después, poco a poco, tuvo que ir entendiendo.

M.I

Hablás de la ropa y pienso también en el tejido. Podría decirse que siempre fuiste tejedora… De tejer ponchos en tu juventud a tejer lazos comunitarios…

H.DB

Sí, exacto, yo siempre fui tejedora. Empecé tejiendo ponchitos para Córdoba a los 16 años, y después tejí en máquinas eléctricas, en máquinas que hacían dibujos, hice ropa para bebé. Y ahora tejo comunidades. Lo que pasa es que nuestros hijos habían logrado como una tela de araña enorme, muy bien organizada. Porque ellos, si eran solteros tenían que dar la mitad del sueldo para la organización, y si eran casados, la cuarta parte. Y algunos trabajaban mucho, tenían dos trabajos. Mi hijo tenía dos trabajos y uno de los sueldos se lo daba a un chico que estaba guardado. También me acuerdo de cuando cambiaban de nombre y pasaban a la clandestinidad, había que armar bolsas de comida para la familia, medicamentos… Tenían todo organizado. No como ahora, que pasa algo y no sabés para dónde salir, a quién acudir.

Hebe de Bonafidi

Fotografía de Fernando Minnicelli

M.I

Los sobrevivientes que estuvieron detenidos con Raúl te contaron que él decía que vos ibas a ir a ver hasta al Papa hasta encontrarlos. ¿Vos siempre supiste que tenías esa fuerza?

H.DB

Mirá, yo siento que los chicos me la fueron pidiendo. Yo siempre fui muy inquieta, de muy joven me gustó hacer cosas, pero nunca había pensado en una cosa semejante. Y mis hijos parece que me conocían, porque me fueron pidiendo cosas. “Mamá, mirá, hay un pibe guardado y habría que llevarle la comida, ¿vos le llevarías la comida?”. Y sí. “¿Le lavarías la ropa?” Y sí. Tal vez en ese momento las hacía más como madre protectora que como alguien que estaba haciendo un acto revolucionario. Ahora, ya cuando un día me preguntaron si me animaba a sacar una piba del país con documento falso y a una nena de ocho meses y dije que sí… ahí ya sabía lo que estaba haciendo. Pero dije “bueno, salvar a uno es salvar a uno”.

M.I

¿Y de dónde sacaste fuerzas para seguir luchando?

H.DB

Yo siempre saco la fuerza acordándome de los mejores momentos que pasé con ellos, con mi marido, con mis padres, con mi hermano, que murieron todos casi al mismo tiempo. Y, a lo mejor, hemos tenido un 95% de cosas buenas, o el 80, o el 40. Hay que agarrarse de esas, de las buenas. Esas son las que te dan fuerzas para mantenerte. También cuando ves el valor que ellos tuvieron. Chicas jóvenes, divinas, que se iban lejos, sin plata, pero con una ideal, con un entusiasmo… las amabas, aunque no las conocieras Y siempre que vos podías salvar a alguien, bueno, estabas satisfecho.

M.I

Para cerrar, Hebe, ¿qué es lo que te importa decirles a otros, cuál es el mensaje que te importa legar?

H.DB

Que la historia la hacemos todos, todos los días. Pero no lo hacemos con miedo, la hacemos jugándonos la camiseta. A veces, cuando hacés las cosas con un poco de miedo, se nota. Hay que hacer las cosas como hay que hacerlas, no importa que sean crudas: también hay que mostrar la crudeza del pueblo.

Fotografía de Nuria Álvarez para Canal Encuentro


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Esta entrevista fue realizada por María Iribarne para Canal Encuentro
La foto utilizada en el cabezal de esta página es de @fernandominnicelli

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