

DEPORTE E INCLUSIÓN
La historia de los Juegos Evita, un clásico de la agenda deportiva argentina
Nacieron para sacar a los pibes de la calle y satisfacer una necesidad sanitaria básica, pero crecieron hasta transformarse en la principal competencia deportiva de Argentina, cuna de grandísimos exponentes. En esta nota, Carlos Arasaki repasa la historia de “los Evita”, un clásico de la agenda deportiva argentina.
Publicado: 18.10.22
Por: Carlos Arasaki
Categoría: Apuntes
“No me gusta que se trepen al alambrado para colarse”, le dice Eva Perón a Ramón Cereijo, ministro de Hacienda, un día de 1948. La primera dama, preocupada, se refiere a los precios de las entradas de los partidos de fútbol profesional que priva a muchos chicos de asistir a los estadios.
Esta anécdota que el periodista Guillermo Blanco recoge en su libro Los Juegos Evita no se agotó ahí. Se transformó en la chispa que encendió una de las políticas de mayor consenso del gobierno peronista: la concreción de un gran movimiento deportivo infantil a nivel nacional (inicialmente futbolístico) con grandes clubes cediendo sus estadios.
Durante ese mismo 1948, Eva Perón y Ramón Carrillo, primer ministro de la Salud de la historia argentina, impulsaron la creación de los Juegos. Claro que la decisión no fue sólo deportiva sino que se transformó en una gran política de Estado, ya que el deporte ofició de pantalla para ofrecerles a los chicos algo tan esencial como inaccesible hasta entonces para los sectores bajos: una revisión médica completa.
Después de la primera edición, los participantes pasaron de 15.000 a 100.000 y se habían duplicado para 1954. Muchos chicos cumplieron el sueño de jugar en estadios de Primera División. Y el examen médico –obligatorio para formar parte de la competencia–, le permitió al Estado nacional conocer la situación de salud de miles de niños excluidos del sistema y la detección precoz de enfermedades.
La consolidación definitiva de los Juegos Evita como política de Estado se dio con el lanzamiento del Plan Nacional del Deporte y la concreción de la competencia en un derecho regulado por ley.
El mérito más grande de los Juegos Evita fue el de ir resignificándose a lo largo de la historia sin jamás perder valor. En cualquier línea temporal en la que se haga foco, la trascendencia salta a la vista. Nacieron para sacar a los pibes de la calle y satisfacer una necesidad sanitaria básica, pero crecieron hasta transformarse en la principal competencia deportiva de Argentina y cuna de grandísimos exponentes.
En la Fase Final de la edición 2022, que se desarrollará en Mar del Plata entre el 24 y 29 de octubre con transmisión de DeporTV, participarán 25.000 niños, niñas y jóvenes en 63 deportes. Será el gran cierre de un evento que comenzó con 24 clasificatorios provinciales y que contó con un total de 1 millón de competidores.
Dentro de los 25.000 atletas que coparán la “ciudad feliz” también estarán representantes de los 12 deportes que conforman los Juegos Nacionales Evita Adaptados, la competencia para atletas con discapacidad que se desarrollará de manera paralela a la de convencionales.
Y ya que de verdadera inclusión e integración se trata, estos eventos serán la continuidad de los Juegos Evita de Playa que se disputaron en marzo en Mar de Ajó, de los Juegos Evita de Invierno celebrados el mes pasado en San Martín de los Andes y el Cerro Chapelco, y la antesala de los Juegos Evita para Personas Mayores que se llevarán a cabo desde el 7 al 11 de noviembre en San Luis. Todos estos eventos son organizados por el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación y la Secretaría de Deportes.
La creación de los Evita se transformó en una gran política de Estado, ya que el deporte ofició de pantalla para ofrecerles a los chicos algo tan esencial como inaccesible hasta entonces para los sectores bajos: una revisión médica completa.
La edición 2022 de los Juegos Nacionales Evita llegó también con la implementación de una capacitación obligatoria sobre prevención de violencias por motivo de género para todas las personas involucradas en la organización y desarrollo de la competencia: jefes/as de delegación, referentes, entrenadores/as, equipos y personal médico, árbitros/as, y recursos humanos. Hay algo más: en el Manual de Competencias se especificó además que las personas trans y no binarias pueden participar en pleno ejercicio de sus derechos.
El progreso hacia la igualdad y la conquista de derechos son una muestra de resiliencia en el contexto de una competencia que debió luchar para subsistir. Los Juegos Evita se interrumpieron dos veces y durante mucho tiempo. Ambas interrupciones fueron iniciadas por golpes de Estado: primero entre 1955 y 1972, y desde 1976 hasta 2003.
Si bien la democracia retornó en 1983, la competencia no se volvió a realizar hasta entrado el nuevo milenio. En el mientras tanto, el surgimiento de los Torneos Juveniles Bonaerenses –hoy Juegos Bonaerenses– en 1991 ofreció una gran oportunidad a miles de jóvenes de la provincia.
De todas maneras, esos tres exiguos años de disputa (1973 a 1975) de los Juegos Nacionales Evita en casi medio siglo de intervalo sirvieron para descubrir a la estrella más fulgurante en medio de tanta oscuridad. En 1973, Diego Maradona, que por entonces tenía 13 años, disputó con los Cebollitas las finales de los Juegos Evita en la localidad cordobesa de Embalse. El resultado fue casi tan histórico como la participación del Pelusa: el afamado equipo infantil de Argentinos Juniors perdió en la semifinal ante Club Social Pinto de Santiago del Estero, que le cortó una racha invicta de 94 partidos. Ese día, además, Maradona erró un penal en la definición.
Al año siguiente, Pelusa tuvo su revancha en los Juegos Evita y ganó su primer título nacional con los Cebollitas. Con un Diego excepcional y menos de dos años antes del que sería su debut en Primera con Argentinos, el equipo representante de la Capital Federal le ganó 3-0 la final a Misiones y se consagró campeón. La duda que persiste es si esa definición tuvo lugar nuevamente en Embalse, o si se disputó en la ciudad de Córdoba. Las crónicas y las memorias divergen sobre el lugar de la coronación.
“En ese torneo Maradona dio su primera vuelta olímpica nacional y ahí comenzó mi vínculo con Diego. Lo vi jugar, lo vi llorar, lo vi errar penales”, cuenta Guillermo Blanco, quien luego fue jefe de prensa del Diez durante muchos años, en una entrevista con La Opinión Austral.
Además de Maradona, en los Evita participaron chicos que años más tarde serían leyendas del fútbol argentino. Algunos nombres: Enrique Omar Sívori, José Sanfilippo, César Menotti, Carlos Bilardo, Silvio Marzolini, Vladislao Cap, José Yudica y Jorge Griffa. Sí, los dos técnicos campeones del mundo con la Selección Argentina pasaron por los Juegos Evita.
Es inevitable pensar cuántas otras figuras del deporte podrían haber surgido de los Evita si los Juegos no se hubieran interrumpido tanto tiempo. En 2003, y 28 años después de la última edición, la competencia resurgió gracias a un decreto del flamante presidente, Néstor Kirchner.
Desde entonces, el crecimiento fue exponencial: al año siguiente, en 2004, por primera vez los Juegos Nacionales Evita tuvieron participantes de las 24 provincias, y para 2005 la convocatoria llegó a medio millón de chicos y chicas. En 2006 se amplió el abanico de oportunidades con la implementación de actividades artísticas y culturales. Y en 2007 se sumó la categoría Sub-18 a las ya vigentes Sub-14 y Sub-16.
La consolidación definitiva de los Juegos Evita como política de Estado se dio en 2008 con el lanzamiento del Plan Nacional del Deporte y la concreción de la competencia en un derecho regulado por ley. También ese mismo año se incorporó a los Adultos Mayores a las competencias deportivas y culturales.
Mientras tanto, un nuevo emblema del deporte argentino surgía de las entrañas de los Evita. Tras participar en los Juegos Bonaerenses en otras disciplinas, en 2007 hacía su debut en Mar del Plata un atleta de 14 años llamado Braian Toledo. El lanzador de jabalina finalizó tercero en aquella edición y desde entonces no paró de crecer.
En 2009, ya como medallista de bronce en el Mundial Sub-18, regresó a los Evita y rompió el récord argentino de la categoría. Al año siguiente, su jabalina infinita viajaría mucho más lejos para consagrarse campeón olímpico juvenil en Singapur.

“Trabajen mucho, porque nada viene de arriba. El talento es importante, pero el talento sin entrenar no sirve para nada. No se confíen nunca, y jamás se olviden de dónde salieron. Por eso yo siempre vuelvo a los Evita. Yo surgí de acá y pude iniciar mi carrera en el alto rendimiento. Vengo para transmitirles todo lo que fui aprendiendo para que cada vez seamos más. Cuantos más se sumen a nuestro deporte, más va a crecer y muchos más talentos van a surgir”, se pronunció Toledo en 2013 durante una clínica de jabalina para atletas y entrenadores. Para entonces, Braian ya acumulaba más medallas mundiales, iberoamericanas, panamericanas y experiencia olímpica.
Braian se fue demasiado pronto. Murió en febrero de 2020, a los 26 años, en un accidente automovilístico en Marcos Paz, ciudad en la que nació. “Todavía recuerdo cuando lo conocí a él y a su historia de humildad, de trabajo, de esfuerzo y de superación. Gracias Braian por llevar siempre la bandera argentina tan lejos como tu jabalina”, lo despidió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Braian es un símbolo, un abanderado de los Juegos Evita. Eva Perón, la abanderada de los humildes, imaginó a muchos Braian cuando hace 74 años impulsó la creación de la competencia que lleva su nombre. Un anhelo que muy pronto marcó un quiebre en la historia de las políticas sociales y deportivas en Argentina.
Entre el 24 y el 29 de octubre, seguí los Evita por Deportv
Todos los días, de 11 a 13 h, y también de 19 a 20 h, en un resumen diario conducido por Laura Couto y Gabriel Ganci.
Esta nota fue escrita por

Carlos Arasaki
Es periodista y docente. Integra la Dirección de Estudios de TEA y Deportea. Trabajó en medios gráficos, digitales, radiales y audiovisuales. Es coautor de los libros “1976. Investigaciones, testimonios, cronologías” (2006) y “Un picado en el Maracaná (2014) y de la publicación ”Enganche Mundial” (2018). En 2020, formó parte del Programa de Difusión Cultural de Japón en América Latina organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Gobierno de Japón.
tw: @carasaki10
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