Francesco Tonucci en PakaPaka

“La participación de los niños nos enseña cosas que los adultos no vemos”

Francesco Tonucci visitó PakaPaka y honró una de sus principales propuestas pedagógicas: escuchar a las infancias. Junto a representantes del Consejo de Niñas y Niños, el psicopedagogo y dibujante italiano instó a sumar sus voces para abordar los temas que los afectan. “La presencia de los niños no resuelve problemas que hemos creado nosotros, pero puede darnos otro punto de vista para sumar a las competencias que cada sector tiene”.


Publicado: 25.04.2023

Por: Razón Plebeya

Categoría: Apuntes


“Quería preguntar si hubo algún cambio o novedad en los canales”. Francesco Tonucci celebra el encuentro con el Consejo de Niñas y Niños de PakaPaka, del que se sabe –y se le reconoce- como inspirador. Pero muestra particular interés en saber qué transformaciones concretas se aprecian a partir de la participación de los niños en la producción. Los miembros del Consejo le cuentan que pedían que en los programas se vieran varones que usen calzas, o que lloren, personajes con anteojos que no necesariamente sean los inteligentes. Que aparezcan chicas que salven el mundo y que no estén peinadas todo el tiempo. Nuevas imágenes que se plasman en producciones como Nuestros cuerpos cuentan y que hablan de las inquietudes que las infancias encuentran (y reclaman), para que su mundo real (y el imaginado) se vea en las pantallas. 

Desde el canal amplían que “Escuchamos y comparten sus demandas, y esto también se ve reflejado en las producciones que hacemos en PakaPaka. Son exigencias que hacemos a las productoras que trabajan con nosotros, de diversidad, de espacios, tiempos, colores”. En contraposición a la lógica de los focus groups, la apuesta del Consejo es fortalecer la perspectiva de derechos: un proceso que contempla participación y no simplemente respuesta a estímulos. “Nos preguntamos cómo ven determinadas cosas, qué piensan de ciertos temas. Hay mayor presencia de sus voces, en las entrevistas. Cualquier proyecto tiene una consulta previa, que  no solo por si les gusta o no, sino qué piensan de los temas como la vida escolar, el recreo, las tareas, qué situaciones los afectan y les gustaría que se trate en la pantalla”, apuntan desde PakaPaka

«La mayoría de los adultos han podido jugar libremente cuando eran niños, pero hoy ustedes no pueden hacerlo. Esto sí que merece una batalla, una campaña»

Derecho a participar 

Parece que la participación fuera casi un regalo, pero no es así. Ustedes tienen derechos, y es muy importante abordar en la práctica este aspecto en una televisión como PakaPaka, para que los niños de Argentina conozcan sus derechos. Es el artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece que los niños tienen derecho a expresar su opinión cada vez que se tomen decisiones que los afectan. Y que la opinión de los niños hay que tenerla en cuenta. Los adultos no tenemos este derecho, pero a los niños se lo prometieron”, reflexiona Tonucci. 

El pedagogo explica que en los proyectos basados en su propuesta -sistematizada, entre otras obras, en La ciudad de los niños- “todas las veces que hay niños o que los niños son involucrados de alguna manera hay que consultarlos. Es una ley.” y agradece a PakaPaka que fue el primer canal que lo implementó “pero podríamos decir que por culpa de los demás que no lo han hecho. Porque deberían hacerlo todos”. La definición excede a los canales: la apuesta es que las infancias incidan en el diseño de sus ciudades, de los espacios de juego, la educación que reciben en escuelas, incluso existen primeras experiencias en hospitales pediátricos. “Pueden imaginar que cuando un niño está en un hospital no está bien, y como sufre puede expresar lo que siente, y lo que desea es muy importante. Y pensamos que también es importante para la misma terapia”, agrega Francesco. 

«Los mejores instrumentos para el juego son gratis. Porque los que cuestan mucho son juegos que se juegan poco«

Impensable para el adulto 

“Como siempre, los niños nos sorprenden pidiendo cosas que los adultos no habían pensado. El director del hospital pediátrico está encantado con esta experiencia porque los niños le han enseñado cosas, cosas que el adulto no había pensado. En el hospital hay urgencias, que son vitales, porque los niños entran están enfermos, pero dentro de las necesidades grandes hay otras pequeñas pero que producen malestar, y solucionarlas ayuda mucho”. 

En las escuelas, donde los niños y niñas pasan gran parte del tiempo, la situación es todavía más relevante. “Es un lugar donde los niños no tienen palabra. A los 6 años los niños hablan muy bien, todos. Pero entran a la escuela y tienen que callarse, lo que saben hacer bien no los dejan, tienen que escuchar. Y no solo por los primeros años. Es una paradoja, y va contra el artículo 12” agrega. “Hay mucho para pelearnos”. 

«Parece que la participación fuera casi un regalo, pero no es así. Ustedes tienen derechos, y es muy importante que la televisión aborde este tema para que los niños y niñas conozcan sus derechos»

Un mundo sin tarea 

Francesco recibe comentarios, que son en parte quejas a un adulto que se muestra receptivo. “Cuando era chica y estaba en primer grado, en vacaciones de invierno me había ido a Rosario y la profesora nos había mandado un cuadernillo de unas 100 páginas (!) para dos semanas… lo llaman vacaciones por lo de viajar y la tele, pero después….”. “Yo siempre fui contrario a las tareas” enfatiza Francesco. ”Una profesora me preguntó el otro día en Tecnópolis ‘¿Qué puede hacer la escuela para favorecer el juego de los niños?’ Mi respuesta fue: no dar tareas”. En su libro Manual de guerrilla urbana para niñas y niños que quieren conocer y defender sus derechos desarrolla la propuesta, que no tiene ninguna reserva para hablar claro con los niños, por lo que sentencia “La tarea es un invento raro, en el cual la escuela pide a la familia en alguna manera de hacer lo que la escuela no es capaz de hacer. Se trata de algunos conocimientos que los niños no consiguieron en la escuela, que era el lugar propio donde se debería aprender, y como no lo alcanzaron la escuela pide que lo hagan en casa. Pero los niños que tienen más problemas escolares, lamentablemente casi siempre tienen familias que poco pueden ayudarles, por eso es difícil que puedan ayudarlos cuando la escuela no pudo ayudarlos. Esta es una contradicción” analiza. 

De cara a los niños, recuerda que “ustedes tienen varios derechos. Los dos derechos que entran aquí son el derecho al estudio, que en la convención lo proclama y lo defiende el artículo 28, y el derecho al juego, que lo defiende y lo garantiza el artículo 31. Por lo tanto tenés dos derechos, y uno no puede comerse al otro. La mayoría de los adultos que están sentados aquí han podido jugar libremente, y hoy ustedes no pueden hacerlo. Esto sí que merece una batalla, una campaña. Yo estoy con ustedes, cuando quieran vamos con una campaña por la defensa del tiempo libre”, convoca. ”¿Cómo sería un país gobernado por chicos y chicas? preguntó Kevin desde San Juan. «Seguro, sin tareas». 

“¿Por qué creés que los adultos se olvidaron de jugar?” pregunta un consejero a partir de la viñeta de Frato. “Lo dice bien El principito ‘Todos los adultos una vez fueron niños, pero casi nadie se acuerda’. Mi viñeta interpreta esta frase famosa y que yo comparto, pero es un misterio, no sé explicarlo. Todos los padres y madres fuimos niños, pero hemos repetido lo que no nos gustaba de niños. Y los profesores fueron también alumnos, y te aseguro que no les gustaba las tareas u otras cosas que se hacen en la escuela, como estar sentados horas y horas. Quienes están ocho horas en la escuela, casi todo el día sentada, eso no tiene sentido”. 

El precio de los juguetes 

Otro Consejero intuye que, en un mundo gobernado por niños y niñas, los juguetes serían gratis. Francesco da una vuelta de tuerca a esta idea, remarcando que “los mejores instrumentos para el juego son gratis. Porque los que cuestan mucho, son juegos que se juegan poco. Yo pasé toda mi infancia construyendo mis juguetes, porque no había dinero, yo era niño cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, no había dinero, ni cosas, ni tiendas. Y nosotros jugábamos muchísimo. Porque íbamos a la escuela a la mañana, cuatro horas, y la tarde era para nosotros pasadas las tareas, porque yo también tenía tareas y desde allí empecé a no quererlas nada. Pero después se salía de casa, no había ningún padre, ninguna madre que pensara en acompañar a sus hijos a jugar. Una madre que pensara eso todo el mundo la tomaría como rara, como que no tenía nada que hacer. La idea de acompañar un hijo no existía, por eso podíamos vivir un tiempo libre y el juego era gratuito, jugábamos principalmente con la fantasía, y después con todo lo que encontrábamos, materiales naturales, bellotas, cañas, depende de las estaciones del año, lo que ocurría afuera, si llovía hacíamos juegos con agua, si había sol buscando sombra. En el asfalto de una manera, en la tierra de otra, no había límites. Y claro que los padres nos daban algunas reglas, y nosotros tratábamos de forzarlo, pero no tanto porque si no había consecuencias”. 

Una democracia 

Según Tonucci, la forma más sencilla de escuchar estas voces es formar un grupo de niñas y niños de igual número, sumar a quienes puedan tener alguna necesidad especial, que se incluyan a los extranjeros, a quienes viven situaciones particulares. El objetivo es ofrecer al intendente (o a quienes toman decisiones) su punto de vista. “No es que los niños sepan más que los intendentes, nunca lo hemos pensado, sino porque ven cosas distintas, y un intendente puede estar muy interesado en conocer el otro punto de vista”. Esto no es quitarle responsabilidad a los adultos: “La presencia de los niños no resuelve problemas que hemos creado nosotros, pero pueden darnos otro punto de vista, sumado a las competencias que cada sector tiene”. 

“En mi escuela -cuestiona otra consejera- se elige al mejor compañero. Yo no quería que hagan eso, me sentía triste porque no me elegían. No está bien que los adultos hagan un programa que sea lo mejor de algo, elegir a alguien superior”. El invitado discute la idea del “mejor de la clase” y lo contrapone a la idea del Consejo: “Nuestros consejos se conforma por sorteo, no son elegidos ni indicados por sus maestros. Son los que le tocan, nosotros siempre hemos pensado que deben ser niños y niñas y nada más. No que sean valientes, no que sean los mejores, porque si vamos a votar hay criterios de evaluación. La escuela no debería utilizar criterios selectivos entre los buenos, o los malos, esto crea sufrimiento”. 

Francesco se va entre regalos, fotos y palabras de agradecimiento de una casa que sigue su legado e intenta poner en práctica su propuesta de canales (y ciudades, instituciones y países) con más derechos y participación. Para aprender desde la niñez a construir lo público, y encontrarlo en las pantallas y en las calles. Una tarea que, por una vez, no se contraponga al derecho a jugar. 

Manifiesto del Consejo de Inventar Pakapaka
Pakapaka

Mirá el Manifiesto

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