

IDENTIDAD DE GÉNERO
Trans: ¿Qué ves cuando me ves?
Producida por la plataforma Contar, Trans cuenta historias de vida de chicos, chicas, adolescentes y personas trans de la Argentina. “¿Qué implica ser una niñez trans hoy en un jardín o primaria? ¿Y en un club de artes marciales? ¿Qué importancia tiene el registro identitario en el documento?”, se pregunta la docente Michelle Arturi que, en su análisis de la miniserie, aborda la importancia de que las instituciones ofrezcan acompañamiento a una población todavía muy vulnerabilizada.
Publicado: 11.07.2022
Por: Michelle Arturi
Categoría: Apuntes
Durante las últimas semanas, quienes tenemos la doble fortuna de pertenecer al heterogéneo colectivo de las disidencias sexoafectivas y de habitar escuelas de la Ciudad de Buenos Aires hemos recibido varios sacudones que una vez más nos interrogan de manera violenta sobre la pertinencia de nuestra existencia institucional. Todo lo que tiene que ver con esta interrogación (que es casi interrogatoria, ya que se nos propone la pregunta sobre “quiénes somos”), esconde tras la fachada de un debate lingüístico conservador la voluntad de cegar el horizonte de posibilidades identitarias. Si no podemos nombrar en el aula sujetos no binarios, perpetuamos la negación de una parte de la realidad áulica, porque en las escuelas conviven, además de personas con diferentes modos de vida, multiplicidad de instancias de desarrollo y búsqueda identitarias. Entonces, la negación de las existencias no binarias en las escuelas, a partir de la prohibición (fallida, virtual, inexplicable) de nombrarlas se verifica como parte necesaria de un cisexismo institucional cuyas consecuencias implican, directamente, la exclusión del sistema educativo de una población de por sí vulnerabilizada.
Trans se estrenó a principios de este año en la plataforma Contar. La serie fue filmada durante el rodaje de la película Yo nena, yo princesa, que narra la historia de Luana y Gabriela, su madre, en el derrotero por la búsqueda del reconocimiento de la identidad de la niña. Recorre, además del camino de ambas diferentes historias de vida de niñes, adolescentes y adultes travestis y trans en primera persona, así como las de algunos y algunas familiares y aliades en su acompañamiento. Hasta acá ya alcanza para que amerite verlo: poner en primer plano las historias trans es una deuda pendiente de la sociedad toda para con una población cuyo acceso a la salud y la educación es limitado, y por lo tanto las intervenciones desde la concientización y la visibilidad son siempre bienvenidas.
Como queda claro en Trans, las instituciones pueden acompañar más o menos los procesos subjetivos identitarios, de ninguna manera evitarlos.
Pero hay, además, algo profundamente conmovedor en el modo en el que estos relatos se suman y concatenan. Si bien las historias de vida son personales y, en ese sentido, únicas, el documental propone un marco de interpretación que oficia de ligazón entre todas ellas: las instituciones. ¿Qué implica ser una niñez trans hoy en un jardín o primaria? ¿Y en un club de artes marciales? ¿Qué importancia tiene el registro identitario en el documento? ¿Qué le pasa a una adolescente travesti cuando se encuentra con otras como ella? ¿Y cómo afecta a un adolescente trans el poder habitar su identidad con sus compañerxs de escuela? En las historias de la miniserie escrita y dirigida por Agustín Toscano, encontramos algunas respuestas, pero también nos quedamos con preguntas y una potencia: es posible que esas vidas sean más vivibles, es posible hacer de las instituciones (contradictorias, siempre normalizantes) un espacio menos hostil para quienes no se ajustan a la norma presupuesta.
Como queda claro en Trans, las instituciones pueden acompañar más o menos los procesos subjetivos identitarios, de ninguna manera evitarlos. Cuando el acompañamiento es efectivamente integral, encontramos un poco de justicia allí donde suele haber condena: los escasos relevamientos oficiales con los que contamos al día de hoy sobre la escolarización de la población trans muestran que entre un 40 y un 50% no completa los niveles escolares obligatorios. Un sistema educativo que tiene a todos sus responsables preguntándose una y otra vez cómo evitar la deserción no puede pasar por alto estos datos, y mucho menos profundizar un camino de expulsión del que es responsable.
Es lamentablemente frecuente en las experiencias trans, travestis, no binarias y del resto del colectivo TLGBIQ+ el rechazo del entorno familiar y social, lo que aleja aún más la posibilidad del acceso a la salud, la educación y, por supuesto, al mundo del trabajo. La escuela, en tanto espacio de garantía de derechos, tiene que estar a la altura de las circunstancias y acompañar estas trayectorias sea cual sea su contexto. Los recorridos identitarios disidentes son largos, contradictorios y no hay modo de saber cómo van a terminar. Suponer que es un proceso que se puede detener, evitar o moldear es una negación de la autonomía de la persona, a la vez que un reaseguro engañoso para quienes tienden a proponer o sugerir cautela con estas experiencias: fomenta la ficción de que la cis heterosexualidad es el devenir natural de lo humano. ¿Alguna vez te preguntaste si sos trans? ¿Alguna vez te preguntaste cómo llegaste a ser heterosexual?
En la lucha de Luana y su madre por el reconocimiento pleno de su identidad, la posibilidad de Lucas de comunicarles a sus compañeres su identidad de género, la reflexión de Agostina en torno del deporte y la relación de las instituciones policiales con los cuerpos travestis, tan deseados en la clandestinidad como basureados en lo público, narrada en primera persona por Marisol y Florencia, podemos hallar un panorama en torno de la necesidad de una justicia epistémica, así como de la importancia de lo colectivo. Porque no alcanza con transformar el entorno familiar ni alcanza, aunque nos resulta imprescindible, con nombrar las existencias trans y disidentes y reconocer su derecho al nombre propio y a la sexualidad e identidad plenas. Esto queda claro en los testimonios de Marisol y Agostina: ser parte de un colectivo, reconocerse en otras fue fundamental para empezar a encontrarse. Esto también es parte de la existencia disidente en función de una soledad que se siente lógica si no hay otrxs en quienes reconocernos, la comunidad es algo que necesitamos y el aislamiento de los intentos de normalización no es gratuito.
Hace unas semanas se celebró la semana internacional del Orgullo TLGBQI+. En Argentina, por la historia de nuestras resistencias durante los años más feroces de la pandemia del VIH, el Orgullo se celebra en noviembre, pero hace siete años que marchamos cada 28 de junio contra los travesticidios, transfemicidios y transhomicidios. Desde el 11 de marzo de 2021 hay un varón trans desaparecido: Tehuel de la Torre. Todavía pedimos justicia por el asesinato de Diana Sacayán (referente fundamental en las luchas identitarias de nuestro país), así como reconocimiento y resarcimiento a las travestis violentadas durante décadas por el Estado. Las leyes con las que contamos para defender nuestro derecho a la identidad y vida plenas son pioneras en el mundo, pero es también escuchando estas historias y encontrándonos con experiencias la manera en la que un poco, torcemos esa negación a los cuerpos y las vidas disidentes.
Trans se puede ver por la plataforma Contar o por Canal Encuentro, los lunes de julio a las 19:30. Repite jueves a las 14:00 y viernes a las 16:00.
Trans
Plataforma Contar
Esta nota fue escrita por

Michelle Arturi
Es profesora en Letras por la UBA. Desde 2013 trabaja como docente en escuelas de la Ciudad de Buenos Aires. También edita y escribe libros de texto para los niveles medio y primario y dicta talleres de lectura para adultxs. Sus trabajos académicos abordan la literatura no realista escrita por mujeres, lesbianas y otras identidades disidentes a través de los siglos XIX, XX y XXI, así como las relecturas del canon y los diálogos críticos e intervenciones políticas que habilitan.
tw: @parialapsus
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