UNIVERSO CONURBANO, POR CANAL ENCUENTRO 

Tres cordones de historias maravillosas

En 2018, cuatro amigos de Berazategui abrieron un perfil en Instagram para archivar las fotos que venían sacando. No esperaban llegar a demasiadas personas, pero sin quererlo tocaron una fibra: había algo en su manera de retratar su barrio y otros que captó la atención de muchos y muchas. Paulatinamente, la cuenta comenzó a crecer en adeptos y en potencialidades, a expandir sus límites como el mismo conurbano. Hoy, con más de 400 mil seguidores, The Walking Conurban es, mucho más que una cuenta, un gran proyecto comunicacional, una forma de mirar el territorio que puede llevarse a múltiples soportes y formatos. Por ejemplo, el audiovisual: con conducción de Pedro Saborido, Universo Conurbano se sumerge en los tres cordones en busca de historias, personajes, construcciones, amores y deseos. En esta entrevista, los creadores de TWC, contenidistas de la serie, comparten detalles sobre el pasaje de las imágenes estáticas a las imágenes en movimiento.


Publicado: 7.12.2022

Por: Natalia Laube

Categoría: Entrevistas


Como muchos grandes proyectos, The Walking Conurban nació sin intenciones de ser un gran proyecto. A esta altura, la historia de su creación es conocida por muchísimos de los seguidores de su cuenta de Instagram, que se volvió casi de culto en una red social en la que por lo general uno espera encontrar fotos personales –en lo posible, de viajes–, platos impecablemente servidos en restaurantes de moda y tragos de autor. Pero el público siempre se está renovando, así que vale contarla una vez más: en 2018, un grupo de cuatro amigos de Berazategui abrió la cuenta para archivar ahí algunas de las fotos que venían sacando, principalmente en su barrio pero también un poco más allá, con la intención de capturar el espíritu de su pequeña gran patria. No esperaban llegar a un público que trascendiera el universo de algunos conocidos, pero su propuesta tocó una fibra: había algo en su manera de retratar el espacio, por fuera del cliché del territorio salvaje y violento que suelen ofrecer los medios pero también lejano a la construcción romántica que suelen tener los amigos porteños que rara vez cruzan la General Paz, que captó la atención de muchos y muchas. Paulatinamente, la cuenta comenzó a crecer en adeptos y en potencialidades, a expandir sus límites, como el mismo conurbano. Hoy, con más de 400 mil seguidores, The Walking Conurban es, mucho más que una cuenta, un gran proyecto comunicacional, una forma de mirar el territorio que puede llevarse a múltiples soportes y formatos. 

Por ejemplo, al audiovisual. Con producción de Canal Encuentro, Universo Conurbano toma algunos de los motivos clásicos de ese territorio vasto y multifacético y los disecciona desde una perspectiva que podríamos describir como fantástica, extrañada, maravillada. Esa pregunta por los límites del territorio, pero también elementos como el agua, las ruedas, las paredes y el cielo funcionan como paraguas temáticos de los cinco capítulos que conforman esta primera transposición al formato televisivo de Walking Conurban. A partir de estos disparadores, en cada uno de los episodios se cuentan historias de los tres cordones del conurbano. Historias que el equipo de Walking recabó a lo largo de todos sus años de existencia, en las que comenzaron a recibir aportes fotográficos de cientos de usuarios, pero también leyendas, anécdotas y relatos.

RP

Primero lo primero: ¿cómo apareció la idea de llevar Walking Conurban al mundo de la televisión educativa?

WC

Fue Canal Encuentro quien nos convocó a pensar un programa en relación al conurbano que tuviera el  estilo y la tonalidad que veníamos trabajando en la cuenta. Un tono reivindicativo del territorio, que intentara complejizar el discurso pero tuviera una pizca de humor, de ironía, es decir, que evitara la solemnidad. Lo primero que creímos, en nuestra inocencia, es que la serie la podíamos hacer nosotros, hasta que nos dimos cuenta de que no sabíamos usar una cámara. Y por suerte apareció la gente de Monteagudo a explicarnos cómo se filma (risas).

RP

Otra incorporación fundamental para completar la propuesta estética y discursiva fue la de Pedro Saborido.

WC

Con Pedro teníamos una relación anterior al armado de la serie. Él tiene un libro, Una historia del conurbano, en la que de manera muy generosa nos menciona y a partir de ese interés común empezamos a tener un ida y vuelta, nos contactó para hacer un vivo y empezamos a dar charlas de forma conjunta. En cuanto a la serie, Pedro fue definitivamente el que terminó de sumar la cuota de humor, y quien maneja todas las tonalidades a través de su locución, que te lleva de las escenas más informativas a la risa y pasa de hacerte reír a la emoción. Nosotros, desde Walking, fuimos responsables de armar el contenido: armamos las escaletas de los guiones y, a partir de ahí, Pedro empezó a meter, a sumar ritmo, humoradas, su impronta.

El rodaje fue un trabajo faraónico, los productores hicieron 10 mil kilómetros por todo el conurbano para registrar todas las historias que se cuentan. 

RP

Los guiones exponen una operación muy interesante: a partir de cinco premisas que podrían considerarse clásicas del conurbano y a la vez súper universales (agua, cielo, fronteras, paredes y ruedas), se va generando un entramado de relatos y problematizaciones territoriales. ¿Cómo se decidieron por esos motivos y cómo los fueron, después, llenando de historias?

WC

Lo primero que tenemos que confesar acá es que nosotros venimos de las ciencias sociales y, cuando empezamos a hablar de la serie, nuestro primer imaginario fue casi enciclopédico. Empezamos a armar una lista sobre los tópicos que nos interesaba tratar: la economía en el conurbano, la conformación social de los barrios, todo así, estructuradísimo, ¡estábamos para hacer La hora de los hornos! Por suerte, devuelta, la gente de la casa productora intervino y nos dijo “bueno, chicos, esto es un programa de tele” y nos sugirió este formato que partiese de algunos elementos. Eso nos ordenó, los fuimos buscando y los fuimos encontrando; a partir de estas ideas bien abiertas, armamos la lista de posibles historias que podíamos contar. Nosotros tenemos una base de datos muy grosa, porque hace dos o tres años por lo menos que venimos juntando historias de todos lados. Y, si bien nuestra base de operaciones es Instagram, donde ves solamente imágenes, nosotros casi siempre contamos con más información sobre los lugares que se muestran en las fotos, nuestros seguidores nos cuentan muchísimas historias: quién pintó aquel tanque de agua, quién lo construyó, qué lo motivó. En fin, ahí tenemos una data que fuimos guardando y hace un tiempo empezamos a mapear. Eso fue de gran ayuda para la producción.

Una de las más de 4 mil fotos que componen el archivo de TWC. Crédito: @made_inlanus

RP

¿Cómo fue para ustedes pasar de esta “base de operaciones en Instagram” al soporte audiovisual? Quiero decir, ¿qué desafíos implicaba ponerle voz y movimiento a la estética de The Walking Conurban? ¿Y qué riesgos creían que podía conllevar esta “traducción”?

WC

Nuestro gran temor era que la propuesta no resistiese es pasaje de un dispositivo a otro, que el programa terminara siendo como esas películas inspiradas en jueguitos en las que el jueguito está buenísimo y la película no resiste ni un poco la transposición. Bueno, nada de eso pasó: el programa quedó incluso mejor de lo que esperábamos. Por un lado, que porque Monteagudo la tiene clarísima contando desde el formato audiovisual y, por otro, porque en estos años de empezar a dar charlas, hacer entrevistas, salir un poco del atrás de escena, nosotros mismos fuimos construyendo discurso sobre lo que hacemos y teníamos con qué armar y sostener ese relato, ese pasaje a las palabras. Otro gran temor, por supuesto, era que el Conurbano terminara siendo exotizado, que en el humor se perdiera algo de complejidad. Ese miedo también pudimos derribarlo: cuando empezamos a ver el material nos dimos cuenta de que la traducción al mundo audiovisual del tono que nos imaginábamos había sido impecable. Fue un trabajo faraónico, los productores hicieron 10 mil kilómetros por todo el conurbano para registrar todas las historias que se cuentan. 

RP

Más allá de todas las aventuras profesionales en las que se están embarcando gracias a la cuenta, ¿cuál es, dirían, el legado personal que les deja The Walking Conurban?

WC

Es difícil no ser víctima –nosotros mismos lo fuimos, y a veces todavía lo seguimos siendo– de ciertos discursos que se construyeron sobre el Conurbano, sobre todo ese prejuicio de que es un lugar donde no pasa nada. Cuando empezás a poner el ojo atentamente sobre el territorio, te das cuenta de que es un lugar lleno de industria, que acá se genera el 25% del PBI nacional, que el Conurbano tiene turismo, que hay expresiones culturales que nacieron acá. Comprender todo eso empezó a cambiar nuestra mirada política y simbólica sobre el territorio. A la vez, TWC nos enseñó a mirar de otra manera los lugares que frecuentábamos. La estación de Berazategui siempre fue una zona de paso para nosotros, en el que no nos deteníamos demasiado. Cuando empezamos a sacar fotos, nos dimos cuenta de que es un lugar extraordinario para capturar fotos de atardeceres. Y eso mismo les pasó, nos parece, a nuestros seguidores: nos escribe muchísima gente que nos dice “ah, esto que publicaron queda a la vuelta de casa y nunca le había prestado atención”. El Conurbano está lleno de lugares poéticos, y no decimos bellos para no reducir su potencialidad, nos gusta más pensarlos así, como poéticos.

Esta entrevista fue realizada por

Natalia Laube

Es licenciada en Crítica de Artes por la UNA y trabaja como periodista, gestora de proyectos culturales y traductora. Entre 2010 y 2015 fue productora en diversas áreas de Canal Encuentro y Pakapaka. En la actualidad escribe sobre artes escénicas y otros asuntos culturales en el suplemento Radar de Página/12 y otros medios. Es, además, editora de esta revista.

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