

“LA OTRA PANTALLA”, DE TAMARA SMERLING
Un compromiso que viajó a 36 mil kilómetros
Todo empezó con un decreto que el por entonces presidente Néstor Kirchner firmó con una birome Bic. Casi dos años más tarde, el 5 de marzo de 2007, Canal Encuentro se proyectó en los televisores argentinos por primera vez. En La otra pantalla: educación, cultura y televisión (ediciones edu.ar, 2015), la periodista Tamara Smerling cuenta con lujo de detalles la historia de ese nacimiento. A continuación, algunos de sus mejores fragmentos.
Publicado: 03.03.2022
Por: Tamara Smerling
Categoría: 15 años
La creación de Canal Encuentro fue firmada el 24 de mayo de 2005 por el entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y el ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, a través del decreto N° 533/05. Kirchner estampó su firma con una birome BIC, negra. En una nota titulada “Definen cómo será el canal de TV educativo”, firmada por Susana Reinoso y publicada el 8 de junio de 2005 en La Nación –solo quince días después de la firma del decreto–, se adelantaba la creación del nuevo canal de televisión: “A diferencia de los contenidos educativos que históricamente han procurado acompañar los planes de estudios y cuyo común denominador ha sido su tendencia al aburrimiento, y de los programas infantiles –inexistentes en la grilla actual– que apuntaban a entretener a los chicos con juegos didácticos o sin ellos, la TV educativa que comandará la cartera de Filmus intentará incorporar avanzados recursos tecnológicos y didácticos. Para ello, integrará varios conceptos: programas en la TV abierta, espacios en la TV estatal, Internet, el portal Educ.ar, recursos audiovisuales, material de apoyo bibliográfico para docentes y escuelas y un canal dedicado exclusivamente ‘a una programación para la comunidad educativa de todo el país, pensada con un criterio de identidad e integración nacional’”.
***
La palabra Encuentro encerraba diferentes connotaciones para los funcionarios: la “E” de Educación, la “E” de Equidad o la “E” de Encuentro, era parte de lo que se buscaba narrar a partir de los formatos, los contenidos y el mismo discurso del canal. Stein [N. de la R: Guillermo Stein, creador de Steinbranding, el estudio de diseño a cargo del logo y la imagen del canal] se puso a trabajar sobre dos pilares básicos: por un lado, la generación de la marca, y por el otro, la creación de todo el branding de Encuentro. En un estudio de diseño, la creación de una marca no resulta habitualmente gran cosa. Se trabaja de manera cotidiana y, de hecho, es algo bastante usual. Sin embargo, la labor que le encomendaron en esa oportunidad para todo el desarrollo de las piezas televisivas le llevó más tiempo del acostumbrado porque siempre que se lo presentaba a Bauer [N. de la R: Tristán Bauer, primer director de Canal Encuentro] le encontraba alguna cosa –una intuición a prueba de balas, su meticulosidad y cierta dosis de obsesión– y terminaba por desestimarlo. El diseñador empezó a sentirse desconcertado. Las reuniones pasaban sin encontrarle la vuelta.
Una mañana, en uno de estos encuentros, mientras se hablaba de la igualdad, la equidad y la educación, Stein pensó que un canal que estuviera dirigido a todas las personas, incluso a aquellas sin recursos, mostraba a las claras que cualquier aprendizaje era posible, en cualquier rincón de la Argentina, sólo con una tiza y un pizarrón. Esa era la expresión más genuina y simple de la enseñanza. La idea de “igualdad” o de “equidad”, que también era una marca fuerte para pensar Encuentro, se le presentó de un modo muy claro: el signo “igual”, bien grande, con la textura de la tiza sobre el pizarrón, como el logo. En el signo gráfico aparecieron entonces dos juegos principales. El primero, vinculado a un par de signos enfrentados, como símbolo de conjunción. Los trazos que unieron los dos rectángulos fueron los protagonistas del logo, ya que a través de lo que simbolizaban, dos grafismos de tiza realizados a mano, conformaban el signo “igual” (equivalente) como las figuras de igualdad y educación que buscaba privilegiar el canal. Entre los dos rectángulos se formaba un espacio contenedor –con una proporción de 3 x 4–: el formato universal de la televisión. Una segunda interpretación permitió ver que la animación sobre la pantalla era similar a la composición de dos rectángulos que mostraban las hojas de un libro. Bauer entonces le preguntó: —¿Y la Argentina? ¿Los colores? ¿Dónde aparecen?
El pizarrón fue dividido al medio, de manera vertical, entre dos tonos de celestes. La tiza fue la estela blanca que generaba la idea de la bandera argentina. Un símbolo a medio camino entre lo nacional y lo federal del canal. Stein lo dibujó a mano alzada y, apurado, lo llamó a Bauer para que pasara por su estudio para verlo: —¡Es eso! ¡Por fin!—, exclamó el director de Encuentro, apenas se topó con el logo. Stein se dio cuenta con sólo verle la cara.
Un canal dedicado exclusivamente a una programación para la comunidad educativa de todo el país, pensada con un criterio de identidad e integración nacional.
La palabra “Encuentro” era lo único que le faltaba escribir en la pantalla. En un primer momento probó con las mayúsculas. No le gustaba. Después lo redactó con mayúscula y minúsculas. Tampoco. Lo delineó sólo en minúsculas y, definitivamente, le agradaba. La escritura en minúsculas del nombre propio del canal se le presentaba como parecida a la que se daba por entonces en las redes: sin reglas. Era provocador. Encuentro también: un canal con pretensiones de romper ciertas reglas impuestas por la televisión pública o comercial. Un canal de la nueva era. La tipografía fue otro punto muy importante: estaba convencido de que si usaba una fuente de Alemania o Estados Unidos no iba a presentar el mismo valor. Rubén Fontana, uno de los diseñadores gráficos, tipógrafo, docente e investigadores más prestigiosos de la Argentina, que diseñó su propia fuente tipográfica –para la edición 25 de la célebre revista tipoGráfica y que denominó justamente Fontana ND– fue la elegida a la hora de escribir “Encuentro”. La pintó en negro, para que el celeste resaltara un poco más. La “mosca”, la pieza que identifica a un canal ya que queda permanentemente en la pantalla, se ubicó en el extremo superior derecho como marca distintiva para la audiencia. Si bien permaneció fija durante varios segundos, luego decidió animarla para la siguiente secuencia con la idea de reforzar su significado: una representación metafórica del libro y su secuencia de páginas para transmitir los valores de la enseñanza, la lectura y el aprendizaje. El desarrollo de la identidad visual del canal fue determinante y uno de los principales motores para que Encuentro se instalara dentro de las opciones de la grilla de programación durante 2007.
Por eso, después de toda la labor sobre el logo, el diseñador recibió la invitación de Encuentro para realizar el branding del canal. Por un lado, se buscaba “vestir” las promociones –es decir, los avances de programación que narraban qué programas, en qué días y horarios se iban a ver—y, por el otro, todo el branding que le daba una identidad visual al canal. La primera parte fue articulada a partir de una idea muy simple: un abecedario. Una suerte de animación que fue entrelazada con todas las letras hasta formar “Encuentro”. La permanencia del logo en la pantalla, luego del cierre de la promoción era de cinco segundos, lo cual aseguraba su pregnancia. Las promociones fueron pensadas a partir de las fichas o ficheros de las bibliotecas, el almacenamiento del conocimiento o el índice de un libro, bajo la idea de que todas las presentaciones remitieran a esos escenarios del aprendizaje. Mientras todos hablaban de la muerte del libro, Stein pensaba que era posible revivirlos sobre la pantalla con imágenes de capítulos, tapas o contratapas, índices, nomencladores, carpetas, anillados, los giros y movimientos, los ganchos que se abren, dando lugar de ese modo a todas las sensaciones que nos transmiten la vuelta de una hoja o la escritura en una página.
Un canal que estuviera dirigido a todas las personas, incluso a aquellas sin recursos, mostraba a las claras que cualquier aprendizaje era posible, en cualquier rincón de la Argentina, sólo con una tiza y un pizarrón.
Stein buscaba mostrar a la Argentina también desde una mirada que escapara al turismo. Una visión intimista pero que reflejara la cotidianeidad, la calidez y la inclusión de la identidad nacional en una serie de piezas gráficas muy concretas, con enunciados propios y acordes a la premisa del canal. Se reunió con Bauer y lo fueron a ver a Daniel Filmus. La idea era mostrarle todo el desarrollo de las imágenes y las animaciones, a través de placas que detallaban las promociones de los contenidos, los separadores y los identificadores de la señal, los pequeños formatos relacionados con la marca, las presentaciones o las aperturas. El diseño y la identidad del canal en movimiento: sus principales conceptos visuales después de un –largo– año de trabajo.
Filmus lo miró y sólo les dijo:
—Me gusta.
***
La creación de Canal Encuentro se tornó realmente, en pocos meses, en una política de Estado. Las discusiones sobre la nueva Ley de Educación Nacional, para reemplazar a la Ley Federal de Educación Nacional, lo incluyeron entre las problemáticas a tratar y, por ese mismo motivo, cuando se aprobó la nueva norma N° 26.206, en diciembre de 2006, no llamó la atención un párrafo completo –el Artículo 102– que mencionaba a la nueva señal:
“El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología encargará a Educ.ar sociedad del Estado, a través de la señal educativa ‘Encuentro’ u otras que pudiesen generarse en el futuro, la realización de actividades de producción y emisión de programas de televisión educativa y multimedial destinados a fortalecer y complementar la estrategias nacionales de equidad y mejoramiento de la calidad de la educación, en el marco de las políticas generales del Ministerio.” La programación –según estipulaba la ley– estaba dirigida a:
“a) Los/as docentes de todos los niveles del Sistema Educativo Nacional, con fines de capacitación y actualización profesional.
b) Los/as alumnos/as, con el objeto de enriquecer el trabajo en el aula con metodologías innovadoras y como espacio de búsqueda y ampliación de los contenidos curriculares desarrollados en las clases.
c) Los/as adultos/as y jóvenes que están fuera del sistema educativo, a través de propuestas de formación profesional y técnica, alfabetización y finalización de la Educación Primaria y Secundaria, con el objeto de incorporar, mediante la aplicación de nuevos procesos educativos, a sectores sociales excluidos.
d) La población en general mediante la emisión de contenidos culturales, educativos y de divulgación científica, así como también cursos de idiomas en formato de educación a distancia”.


La resolución del COMFER y un artículo completo en la nueva Ley de Educación envalentonaban a Filmus: —Nosotros vamos a hacer cumplir la ley porque acá dice que los canales de televisión educativa pueden…—, dijo el ministro.
—¡Ni locos le vamos a dar lo que nos piden!—, le contestó un alto funcionario del Grupo Clarín, en una de las tantas negociaciones, en su despacho del Palacio Sarmiento.
—Pero, mirá, acá hay una decisión del Presidente de cumplir con esta ley.
—Acá no hay lugar en la grilla, Daniel, están ocupados todos los lugares, ¿dónde querés que los metamos a ustedes?
—Nuestra decisión es que Canal Encuentro esté entre el 1 y el 15 y no tenemos vuelta atrás sobre esto. Además, porque lo estipula la Ley. Tenemos que estar cerca de los canales de aire y de las señales de la información. El ministro se peleaba con las autoridades de Clarín del mismo modo que Bauer. Solo que el director de Encuentro estaba cansado, mientras apagaba un cigarrillo con una mano usaba la colilla para encender otro. El canal estaba listo para ponerse en marcha y lo único que faltaba era donde emitir la señal.
Una mañana, en la desesperación, Bauer fue otra vez hasta las oficinas del COMFER en su Mazda japonés, blanco, Modelo 80. Esteban Falcón, en el asiento del acompañante. Atrás viajaba Jésica Tritten. Una rueda se pinchó en el camino y tuvieron que bajar a cambiarla. El teléfono de Bauer sonó justo cuando la camisa comenzó a ensuciarse. Era el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, que le devolvía un llamado de unas horas antes. Una escena digna de La armada Brancaleone.
—Oscar, Cablevisión no nos quiere dar la pantalla y el Grupo Clarín, bueno… Encuentro no se podrá ver en ningún lado. Tenemos todo listo, pero no nos quiere poner el canal. Todo el material hecho, no vamos a salir al aire si no tenemos un lugar.
—Ah, pero ¿cómo? No, no, no, esto lo tiene que saber Néstor—, le respondió el funcionario. Sobre las escalinatas de Casa de Gobierno dejaron a su director, que después de una hora bajó y se acercó a un banco de Plaza de Mayo donde lo esperaban sus colaboradores.
—Ya está, tenemos la solución—, les dijo Bauer.
Y una sonrisa –por fin– cruzó su cara.
***
Un equipo pequeño, con un presupuesto reducido, fue la llave de la primera parte del proceso. Filmus tuvo que llamar (y convencer) a los conductores de los primeros programas de que el proyecto era sustentable y que si bien el pago era escaso, la posibilidad era certera. Adrián Paenza, Horacio “Chango” Spasiuk y Fernando Birri fueron algunos de los que aceptaron el reto. El ministro deseaba que el canal pudiera salir al aire el 9 de julio de 2006 pero la pelea por la grilla retrasó su cometido. La visibilidad de los temas que estuvieron ausentes siempre de la agenda de los grandes medios y los diferentes actores sociales (desde conductores y músicos hasta actores y profesores) que no tuvieran pantalla habitualmente estuvieron entre las prioridades, y lo mismo ocurrió con las escuelas: la idea era que todas tuvieran el derecho a recibir la señal de televisión por cable, de manera gratuita, para que pudieran ver el canal en cualquier punto del territorio.
“La televisión puede transformarse, por su lenguaje y por la forma directa en que penetra en la vida cotidiana, en una herramienta didáctica increíblemente cautivante. Lo han comprobado países como Inglaterra con la BBC (quizás una de las televisiones educativas más logradas); Canadá con TV Ontario; Estados Unidos y su sistema de canales públicos, que incluye corporaciones con fines pedagógicos como National Program Service (NPS), la Public Broadcasting Service (PBS), la Corporation for Public Broadcasting (CPB) y el Sesame Workshop; Francia con la Cinquiéme; el convenio del Ministerio de Educación español con Radiotelevisión Española (RTVE), entre otros. (…) Chile y la Argentina reafirman –con sus inminentes creaciones de emisoras educativas– que la tevé no está relegada al mero rol de golosina visual”, escribió Jésica Tritten en la revista El Monitor de 2006.

Pequeños Universos
Chango Spasiuk

Alterados por Pi
Adrián Paenza
La primera imagen que emitió Canal Encuentro fue una placa con una pequeña leyenda, un compromiso que viajó a 36 mil kilómetros por el espacio para irradiar las pantallas de los televisores que pudieran captarla: “Hoy, 5 de marzo de 2007, comienza la emisión de Canal Encuentro, el primer canal de televisión del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Los que creamos esta señal y participamos en ella nos comprometemos a trabajar con dignidad por la igualdad de posibilidades de acceso a la educación para todos los habitantes de nuestro país”.
El mismo día, 11 millones de chicos comenzaban las clases.
¡Feliz cumple Encuentro!
(*)
Del libro La otra pantalla: educación, cultura y televisión. 2005 – 2015. Una década de Canal Encuentro. Pakapaka y las nuevas señales educativas. de Tamara Smerling
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